Te Vi Detras De La Camara

*El siguiente cuento es un trabajo de ficción. Los personajes, organizaciones, marcas, y eventos retratados son ficticios. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Este material no refleja las opiniones del autor. Puede representar temas y lenguaje altamente inapropiado para demograficos sensibles y no deberia ser leído por menores.

 

“Bonito collar,” Natalie exclamó antes de que sus delicados dedos agarraran tu dije de claqueta, ella notó que la parte posterior estaba completamente oxidada. ¿Dónde lo conseguiste? Ella agregó cortésmente.

“Fue un regalo.” Tu dijiste antes de hacer una pausa que se sintió como una eternidad. Sabías que era tu turno de decir algo, pero simplemente no lo hiciste. Tal vez sentías incertidumbre porque era tu segundo día incursionando en la inocua industria del cine—la palabra cine es un estiron para una producción que concluyó en un archivo perdido. Natalie simplemente se alejó mientras tú te quedaste inmóvil durante otra eternidad. Esa mañana de otoño la recogiste en su casa—después de darte cuenta de que además de ser Asistente de Producción, también era una Actriz aspirante, pensaste que podía enseñarte algo, después de todo ella era joven, ansiosa y aunque su nariz te recordaba a la de un águila, podría haber sido más grande. Inmediatamente después de llamarla—anunciando tu llegada—dentro del coche aparcado notaste un olor horrendo después de beber de tu termo—ese de un sucio, húmedo trapo—y, naturalmente, pensaste que tu termo no estaba bien lavado. Lo oliste pero no encontraste ningún hedor. Viste a Natalie cerrar la puerta de su casa, sólo segundos antes de descubrir que tu ropa era la fuente del mal olor—apestaba a humedad.

Al instante recordaste que toda la ropa había sido sacada de la lavadora esa misma mañana. Te habías despertado a las 4 AM, a pesar de que la locacion de rodaje estaba a diez minutos en coche, pero como te ofreciste a llevar a Natalie en su coche y ella vivía a casi una hora de distancia—diez minutos se convirtieron en noventa. Jadeante, porque no podías encontrar la ropa deportiva adecuada—el primer día en el set te vestiste formalmente y el Productor te dio una pala y un trapo. Palpitante, te acercaste a la lavadora y descubriste que algún idiota de tu familia había lavado toda la ropa de color, pero murió a mitad de camino o un trueno lo hizo desaparecer de este mundo o, más probablemente, se fue a dormir. Finalmente, metiste una playera de Pulp Fiction y unos pantalones cortos del mismo color en la secadora, y saltaste a una ducha rápida.

“¿Qué series de televisión has visto?” Le preguntaste a Natalie.

“Um… The Crown, ¿la has visto?” Respondió ella.

“No… ¿Has visto Barry?” Tu intentaste.

“No… ¿Es buena?” Ella intentó.

“Solo las dos primeras temporadas…” Te rindiste porque tu mente no podía dejar de pensar en el olor. Obviamente tenías las ventanas completamente abiertas pero Natalie seguía subiendo la suya, cada vez que miraba su celular tú subías la de ella—muy suavemente.

Esto explica muy bien por qué te quedaste en silencio después de que ella elogiara el regalo de tu madre.

“Huele un poco raro aquí… ¿O soy solo yo?” La Continuista pronunció después de sentarse a tu lado.

“Solo tú…” Murmuraste—sin vida.

Aunque empezar una amistad con Natalie ya no era una opción—ya que destrozaste tu confianza al oler como un trapeador viejo—finalmente te preparaste para un largo día apestando a humedad.

Viste al Director—homosexual—regalando camisetas con el nombre aguado del cortometraje—El Closet—le pediste una.

“¡Sí! Por supuesto, te daremos una, bebé. ¡Mañana! Porque hoy no tenemos más”.

Tres horas después de recoger basura, te sentaste—indecisamente—junto a un actor aislado—Don Ruperto, un hombre de mediana edad, con sobrepeso, vestido de cirujano—que al instante te reconoció de otra producción.

“Juro que he visto tu cara antes…” El actor gordo asintió con ojos saltones.

“¿Estás seguro de que era yo?” Preguntaste, rebuscando en todos los archivos de tu memoria.

“Te vi detrás de la cámara, literalmente…” Don Ruperto te dió la mirada que uno le lanzaría a un fantasma.

“¿De verdad?” Dijiste sin convicción.

“¿Alguna vez has estado en una producción en Sebastian?”

Una vez te habías infiltrado en otra producción—en Sebastian—con la ayuda de tu tío Hadi. Era muy improbable que Don Ruperto te hubiera visto, ya que solo llegaste hasta el director de arte cuando salió a fumar crack.

“Voy a usar la técnica Stanislavski” Don Ruperto admitió.

“¿Yo? Soy más un demócrata, para ser honesto.” Añadí con inteligencia.

“La técnica Stanislavski exige que uses tu imaginación… Si estoy bebiendo un vaso de agua en mi escena,” El dijo, ya actuando la escena ficticia, “siento el vaso en mi mano, lo acerco a mi boca y luego siento el líquido bajando por mi garganta, su densidad, su temperatura, todo.”

“Vaya, eso es realmente valioso, debes ser un gran actor… ¿Cuál es tu película favorita, Don Ruperto?”

“La franquicia de Jason Bourne. ¿Sabías que el director manipula tu cerebro durante las escenas de lucha? Pausa la película en cualquier secuencia de acción y busca objetos extraños que no deberían estar allí…” Don Ruperto aseguró.

“¿Cómo así?”

“¡En una pelea aparece un jarrón de barro y luego desaparece antes de que puedas notarlo!” El dijo, descaradamente seguro.

“¿En serio?” Preguntaste entretenido.

“¡Eso es lo que hacen! Busca el video en WeBan. ¡Ese es el truco para una secuencia de acción exitosa!”

“Un jarrón de barro que entrando y saliendo de la nada?”

“¡Podría ser cualquier cosa, desde una lata de aire comprimido, una pelota de fútbol, ​​los componentes de una computadora o una silla! Si quitaras esas cosas, no se vería tan épico porque podrías leer la coreografía.”

Notaste que el parecía saber mucho sobre la mente humana, y cuando le preguntaste, Don Ruperto respondió que trabaja en un manicomio psiquiátrico.

“Veo todo tipo de enfermos mentales, he visto la muerte personificada con mis propios ojos, para ser honesto.”

“¿Cómo fue eso?”

“Estaba ayudando a un paciente que no paraba de despedirse de todos en la clínica, era muy viejo, y traté de levantarle el ánimo, pero insistió en que era su último día, luego cerró los ojos, dijo adiós, y su monitor de ritmo cardíaco emitió un pitido fuerte y continuo… El había decidido morir ese día.”

Llegó la hora del almuerzo y, a pesar de que tomaste nota de todas las enseñanzas de Don Ruperto, todavía te angustiaba tu mal olor. Mientras comías pollo con pasta—gratis—fantaseaste con que tu tío Hadi se escaparía del set para ir a una tienda cercana, y así lo hiciste. Todavía con tu radio y auricular, compraste una camiseta de mierda que decía “Genial” y un desodorante en aerosol para bañarte en el.

Cuando regresaste, viste a Natalie fumando afuera con el tipo obeso que—obviamente—era el Gestor de Datos.

“Como actriz, puedo darte culo y tetas, pero, ¿Con que proposito?” La escuchaste decir, antes de darse cuenta y acercarse a ti. “El productor nos dio permiso para salir antes de tiempo.”

“¿Por qué?”.

“Dijo que soy una holgazana y que te vio en el hipermercado a dos cuadras de distancia comprando otro atuendo porque el tuyo olía a trapeador viejo.” Ella dio una calada a su cigarrillo.

Apretaste la mandíbula.

“¿Me llevaría a casa, por favor?” Natalie preguntó.

“Vale. Pero déjame despedirme de Don Ruperto.”

“¿Ruperto? ¿El loco?”

“¿Qué quieres decir con loco?”

“Sí, es el hermano del productor. Y el productor me dijo—cuando estabamos en la universidad—que Ruperto es un paciente en un manicomio psiquiátrico.” Ella exhaló gases cancerígenos cerca de tu cara.

“Te equivocas. Él sólo trabaja allí.”

“¿Quién te dijo eso?”

“Él mismo.”

“¿Cree que le dice a todo el mundo que está loco?”

“Yo lo haría... Es muy inteligente, ¿Sabes? Me dio muchos consejos de actuación.”

“Pero es su primer papel, y sólo es un extra...”

“El ha investigado mucho sobre las películas de Jason Bourne... ¿Sabía que el director te manipula visualmente con jarrones de barro?”

“¿De qué hablas?”

“No importa... Sólo déjame despedirme de él.”

“OK.” Natalie chasqueó la colilla del cigarro.

Fuiste hacia la sala donde estaba sucediendo la acción, acercándote demasiado a la gente para que todos supieran que no olías mal y que probablemente era otra persona. Pero desafortunadamente, Don Ruperto no estaba por ningún lado. Le preguntaste al productor pero te estremeciste cuando él respondió algo que te dejó helado.

“¿Qué quieres decir? Hablé con él, hace solo unos minutos.” Sudaste.

“No… No he visto a Ruperto en años.”

“¿No lo listaste como extra?”

“No.”

“Pero, charlé,” tartamudeó tu mandíbula. “Lo vi detrás de la…” Miraste hacia el sofá donde estaban, y viste el trípode con la cámara del Fotógrafo Fijo, “lo vi detrás de esa cámara…”

“¡Nah! Te estoy jodiendo. Fue a cagar.”

La cadena tiró y apareció Don Ruperto, le diste un abrazo afectuoso y anunciaste tu partida.

“Espera. Antes de irte, sigue mi página de InsTaboo Ruperto Warrior, pero busca una que tenga una foto de fondo con letras negras o una foto de perfil amarilla con un pájaro boca arriba.”

La noche se desenvolvio agradablemente mientras fuiste al teatro para presenciar la actuación de Natalie—muy talentosa—que lo hizo muy bien como una MILF cachonda. Te encantó la obra El Despertar De La Primavera de Frank Wedekind. Esperaste hasta el final, después de la función solo para encontrarte con Natalie e invitarla a salir la próxima semana, a lo que la actriz respondió que le encantaría pero que se iba para siempre, la chica estaría viviendo en Corea del Sur el fin de semana. Todos tus esfuerzos fueron destrozados, y la ira se apoderó de ti, pero cuando viste toda la franquicia de Jason Bourne, y no había rastro de un solo jarrón de barro... Realmente perdiste la cabeza.

Gracias a Axl Red por ayudarme posando para la foto de este blog.

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